Empezamos un nuevo curso, con las lógicas aspiraciones de mejorar tanto personal como profesionalmente en nuestros quehaceres cotidianos. Nuevos proyectos, muchos de ellos madurados durante las merecidas vacaciones, se inician con toda la ilusión del mundo hasta que el peso de la realidad cae sobre ellos vilmente, para terminar de poner las cosas en su sitio. Y yo me pregunto, ¿como es posible que, a día de hoy, sigan produciéndose fallos sistémicos en Lexnet?.
¿Es que, acaso, no se ha trabajado durante el mes de agosto en la mejora, corrección de errores y demás labores de mantenimiento necesarias para asegurar su total funcionalidad?. Me hace mucha gracia leer las noticias de los últimos meses en los que fuentes del Gobierno aseguraban a bombo y platillo que se iban a tomar medidas para agilizar la ejecución de las sentencias judiciales debido a los miles de millones que existen consignados y, por tanto, fuera de la circulación económica… pero, vamos a ver, si algo tan básico como las notificaciones del sistema Lexnet no acaba de funcionar bien, y, ni tan siquiera está operativo en todo el territorio nacional, ¿como se van a afrontar tareas de mayor envergadura?.
Si queremos construir un sistema sólido, debemos colocar unos cimientos sólidos, y estos cimientos se llaman Lexnet. El sistema, en la actualidad, además de no ser fiable, está infrautilizado en cuanto a sus potencialidades. Es absurdo que no se haya incluido, desde el principio, la realización de comunicaciones entre los procuradores, siguiéndose, por tanto, el rígido, anticuado, poco eficaz y carente de sentido sistema de buzones físicos, donde los haya. Esta última coletilla, ‘donde los haya’, clama al cielo, pues, en algunos partidos judiciales, por supuesto, fuera de la capital, no existen buzones físicos, sino un sistema de carpetas, más o menos personalizadas, donde se notifican unos Procuradores a otros. Y clamor, lo que se dice clamor, es ver como cualquiera, profesionales y no profesionales del derecho, puede acceder al contenido de las notificaciones y, en el mejor de los casos, leer su contenido, violando el secreto de las comunicaciones.
El Consejo General de Procuradores realizó un proyecto muy costoso para realizar estas comunicaciones interprocuradores, pero a los pocos meses de su lanzamiento se suspendió ‘sine die’.
Espero y deseo, por el bien de todos los profesionales y los administrados de la justicia, que se solucionen de una vez los problemas de fiabilidad de Lexnet, se implementen los traslados entre los Procuradores y, en definitiva, se pongan las bases de una justicia ágil y fiable, propia del siglo XXI.